miércoles, 1 de agosto de 2007

El Eterno retorno de Ana

Un sueño recurrente en la vida de Ana: esté en un bosque, la ciudad o el espacio siempre acaba frente a una escalera que desciende sin que pueda ver su final y la invita a tirarse de cabeza.

"Guau!-fue mi comentario, tras intentar cerrar mi boca que aún permanecía semi abierta- ¿lo hablaste con tu analista?"

Escaleras descendentes que empiezan pero no terminan a lo largo de sus casi 30 años deben significar algo. Alguna vez se tiró y rodó por ellas, otra se quedó contemplando el profundo agujero negro en el que se perdían los escalones. Fueron de mármol, de madera, las de la escuela, las de la facultad, las de su casa... Entonces, qué significaría ese eterno retorno, esa repetición sintomática de enfrentarse a una escalera en sus sueños?

"Una transformación o un cambio" me dijeron por ahí. Tal vez eso explique la camaleónica vida de Ana. "Pero si bajan, debe ser depresiva" arrimó algún otro, con más pinta de lector de revistas femeninas que de libros de piscología. Bueno, Ana también tiene cierta tendencia a encerrarse en su cuarto y mirar repetidamente "El mago de Oz" con Judy Garland (crease o no) cada vez que le pasa algo que le disgusta.

Ciertamente Ana es una chica especial. Es una de las personas con el corazón más grande que conocí, con una sonrisa entre diabólica y angelical, con una mirada tan profunda que tranquiliza. Pero su alma está escondida en su cuerpo, acurrucada en un rincón, creyendo que nunca llegará a merecer nada de todo lo que puede tener. Por eso, creo yo, sus escaleras sólo bajan. Y cuidado cuando encuentre las escaleras que suben porque ese día, cuando gane confianza, Ana habrá conquistado al mundo.

2 comentarios:

Lalita dijo...

solamente... graciass....

German Navas dijo...

Decile a Ana de mi parte que si necesita escaleras que suban, yo tengo unas en casa, que dan a mi habitación.