viernes, 21 de septiembre de 2007

Alicia en el país de los papas fritas

Alicia no sabía lo que era el amor. Había tenido algunos "enamorados" en el jardín de infantes, alguna vez le habían dicho un piropo un día de primavera, pero nada más. Nunca había mirado a un hombre con ojos de amor, y ciertamente nunca había estado enamorada.

Juan quedó prendado de Alicia apenas la vió. Era tan segura de sí misma, tan autosuficiente, tan madura, que no parecía una mujer y mucho menos de su edad. Dicen que el amor cambia a las personas, más aún a las mujeres, y ciertamente ese cambio todavía no le había tocado a Alicia, por lo que aún conservaba la mirada al frente, la energía de ir siempre para adelante, sin mirar hacia atrás.

El encuentro duró un instante pero bastó para que Juan se enamore de Alicia, y que a partir de ahí buscara cualquier excusa para pasar por su casa, llamarla o escribirle. Incluso estudió Jardinería como Alicia y de tanto en tanto se aparecía con algún trabajo conjunto, o con alguna consulta "profesional". Simples ardides para tenerla cerca.

Pero Alicia ciertamente no estaba preparada para el amor. Muchos días pasaron hasta que Alicia notó su cercanía con Juan. Y un día cualquiera, sin darse cuenta, se despertó en sus brazos sintiéndose como jamás se había sentido antes: enamorada. Y claro, como dicen el amor cambia a las personas y Alicia dejó de mirar siempre al frente. Ahora su mirada se perdía en el atardecer, se apagaba con cada pétalo que se caía de una margarita y sólo pensaba en encontrar a Juan a la vuelta de la esquina.

Claro que Alicia vivía en el país de los Papas Fritas, ese donde los hombres como Juan pierden el interés cuando consiguen lo que buscan, o simplemente lo pasan a segundo plano.

El deseo por definición es "tener lo que no se tiene". Por ende, cuando aquello que tanto deseamos se realiza, automáticamente dejamos de desearlo.

Esto explica infinidad de conductas humanas desde el amor a las diferentes ambiciones materiales. Concretar se convierte en gran parte en el inicio de dejar de desear.

Entonces, si deseamos lo que no tenemos pero cuando lo tenemos ya no lo deseamos, para qué gastamos tantas energías para conseguirlo?

Es una Ley natural, como tantas otras, que se simboliza en círculos. TODO en la naturaleza es circular, y el deseo no es una excepción.

Habrá entonces que tomarse una garomba, vacunarse contra el amor y simplemente intentar no convertirse en la próxima Alicia.

1 comentario:

Lalita dijo...

uuhhhhh si habrá sido esto tema de conversacion...
donde se consiguen esas vacunas???
son como las pastillas para no soñar?